jueves, 7 de febrero de 2013


La motivación para aprender es algo que atraviesa toda la vida del ser humano. Sin la motivación el aprendizaje no es consistente, es débil y se torna increíblemente pesado para el estudiante.

En el presente curso presentamos algunas pautas que el estudiante y los profesores deberían considerar para descubrir las raíces y funcionalidad de la motivación en un nivel superior de estudios como la universidad.

Cuando se habla de Motivación se habla de aquella fuerza que nace e impulsa al ser humano a hacer cosas, cumplir tareas o vencer obstáculos de manera agradable. En el nivel escolar la Motivación se va desplazando desde una dimensión extrínseca a una intrínseca, a medida que el desarrollo de las capacidades cognitivas favorece una madurez intelectual tendiente a fijar la Motivación en el propio pensamiento y emociones del individuo.

Cuando el estudiante alcanza los últimos años de colegio ha adquirido capacidades que le permiten conocerse mejor a sí mismo y al mundo que le rodea, por tanto tiene más precisadas sus metas y objetivos lo que activa procesos motivacionales a medida que sus vivencias se vayan acomodando a esta planificación personal.

En la universidad, el estudiante se enfrenta a un tipo de educación distinta de la escolar, y no solo por el nivel de profundidad y cualificación del conocimiento que se le presenta, sino porque siente que se enfrenta a desafíos más exigentes que demandan mayor motivación personal y un control de la misma en el tiempo para vencer dichos desafíos.



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